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Las prisioneras reales de Alejandro

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Este es un capítulo de La historia de los griegos (original: The Story of the Greeks, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.

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Alejandro iba marchando hacia el sur, y Darío iba a toda prisa hacia el norte con un vasto ejército, esperando enfrentarse a él para evitar que siguiera avanzando.

Por pura casualidad ocurrió que los dos ejércitos se evitaron el uno al otro y pasaron por diferentes desfiladeros en la misma cadena montañosa. Alejandro se dio cuenta de ello primero y volvió atrás sin más demora, pues estaba deseoso de encontrar y derrotar al enemigo.

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Los dos ejércitos se enfrentaron en un lugar llamado Isos, donde los persas fueron puestos en fuga. Darío se vio obligado a huir, y su madre, esposa y demás familia fueron capturadas.

En cuanto terminó la batalla, Alejandro fue a visitar a las mujeres persas para asegurarles que serían tratadas honorablemente. Iba acompañado de su amigo Hefestión, que era algo más alto y grande que él.

Al entrar en la tienda con la armadura completa, la reina madre, Sisigambis, pensó que Hefestión era el rey, y se tiró de rodillas para pedirle clemencia para ella y los demás prisioneros que estaba allí. Cuando se dio cuenta de su error, se quedó de piedra, pero Alejandro la tranquilizó apoyándose en el hombro de su amigo y diciendo:

—¡Es mi otra mitad!

El joven conquistador trató a las persas con la mayor amabilidad y las visitaba a menudo para charlar con ellas. Como siempre las encontraba sin nada que hacer, pensó que debían de aburrirse mucho, por lo que les ofreció que les enseñaran a hilar y tejer, como era normal entre las griegas.

Ante aquella propuesta, Sisigambis se echó a llorar y le preguntó si es que ya las iba a esclavizar, pues las mujeres persas consideraban cualquier tipo de trabajo una deshonra. Alejandro, al ver su tribulación, se apresuró a tranquilizarla y trató de explicarle que a las griegas les gustaba mucho aquel delicado trabajo.

Pero cuando entendió que la familia real prefería permanecer ociosa, no volvió a proponerles ninguna ocupación de ningún tipo. Por el contrario, fue tan amable y respetuoso que Sisigambis acabó teniéndole cariño y lo trataba como a su propio hijo.

«Las prisioneras reales de Alejandro» es un contenido de Paco Álvarez publicado en ACADEMIALATIN.com


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