Este es un capítulo de La historia de los griegos (original: The Story of the Greeks, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
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Mientras los generales y sucesores de Alejandro estaban ocupados tratando de matarse los unos a los otros, la mayoría de las ciudades griegas, dejadas a su suerte, se habían convertido en pequeñas repúblicas; pero, en lugar de formar una alianza, se volvieron tan recelosas que empezaron a disputar e incluso a luchar entre ellas.
Conforme las disputas se hacían más hostiles, se fueron formando dos bandos o ligas, que recibieron el nombre de Liga Aquea y Liga Etolia.
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La Liga Aquea estaba formada por doce pequeñas ciudades del Peloponeso, y estaba liderada por Arato, de Sición. Siendo niño, Arato había visto su ciudad natal en manos de un tirano. Su padre, que era un patriota, había tratado valerosamente de liberar la ciudad, pero fracasó y perdió la vida. Arato, que solo tenía entonces siete años, se enteró de que su padre y toda su familia había sido asesinada y sabía que el tirano trataría de matarlo a él también. Como era demasiado débil como para defenderse, buscó refugio en la casa de la hermana del tirano, donde a nadie se le ocurriría buscarlo.
Esta mujer, conmovida por la confianza del niño, lo escondió de forma astuta y, cuando hubo pasado el peligro, lo envió con unos amigos, pagó su manutención e hizo que lo educaran adecuadamente.
Como Arato también era un patriota, deseaba terminar el trabajo que su padre había empezado. Así pues, a los veinte años reunió a unos cuantos compañeros, entró en Sición, hizo un llamamiento a los amantes de la libertad y expulsó al tirano sin ningún derramamiento de sangre.
La ciudad, liberada de esa forma, se unió a la Liga Aquea, de la cual Arato fue el líder. Este cargo era electivo y nadie debía ocuparlo más de un año, pero todos apreciaban tanto a Arato que lo estuvieron eligiendo ininterrumpidamente treinta y cinco años.
Por entonces, Grecia y Macedonia estaban bajo el poder de Antígono Gónatas, hijo de Demetrio, pues este Antígono reconquistó el segundo reino que su padre había perdido. Pero Arato y la Liga Aquea se negaron a obedecerle, por lo que marchó desde Macedonia para restablecer el orden.
Para evitar su avance y que llegara a poner un pie en la península, Arato quiso capturar la fortaleza de Acrocorinto, que protegía el istmo de Corinto. Esto fue bastante difícil, pues la fortaleza se apoyaba en una roca tan alta y escarpada que era casi imposible treparla.
Sin embargo, un traidor llamado Diocles ofreció mostrarle a Arato la forma de subir si le pagaba lo suficientemente bien. Aunque era el general de la Liga Aquea y uno de los hombres más grandes de su tiempo, Arato estaba lejos de ser rico, y, para conseguir la cantidad necesaria de dinero, tuvo que vender todo lo que tenía, incluso las joyas de su mujer.
Entonces, en medio de la oscuridad, una noche lluviosa, Diocles llevó a los soldados aqueos por un camino escarpado que tuvieron que ir subiendo en fila india.
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Los llevó sanos y salvos y sin ser vistos hasta la fortaleza, donde mataron a la mayoría de centinelas macedonios y pusieron en fuga a los guardias. En cuanto ganaron la entrada al Peloponeso, la mayoría de las demás ciudades en la península se unieron a la liga, y los aqueos obtuvieron tantas victorias que se dice que Antígono Gónatas acabó muriendo de la pena.
La Liga Aquea fue haciéndose cada vez más fuerte y, aunque Esparta y otras cuantas ciudades permanecieron neutrales, la mayoría de ciudades pequeñas fueron liberadas de sus tiranos. Tal fue la importancia de la liga que los embajadores romanos una vez fueron a pedirles ayuda para acabar con los piratas que infestaban los mares de los alrededores.
Efectivamente les ayudaron, y los aqueos hicieron un tratado con los romanos. Sin embargo, no sospechaban que la ciudad de Roma, cuyo nombre aún era poco conocido fuera de Italia, acabaría haciéndose en menos de cien años tan poderosa que los someterían a ellos y a toda Grecia.
«La Liga Aquea» es un contenido de Paco Álvarez publicado en ACADEMIALATIN.com