Este es un capítulo de La historia de los griegos (original: The Story of the Greeks, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
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Los atenienses temblaron de terror cuando vieron la severa expresión en el rostro de Demetrio al entrar en la ciudad. Este terror aumentó incluso más cuando ordenó que los ciudadanos más importantes de la ciudad se reunieran en el ágora. Ninguno se atrevió a desobedecer, y desde luego no les ayudó a tranquilizarse el verse rodeados por los soldados del vencedor, todos ellos espada en mano.
Demetrio se dirigió con severidad a los ciudadanos, que creían que cualquier momento podía ser el último de sus vidas. Les reprochó duramente su ingratitud y abandono, y les dijo que merecían morir a sus manos; pero terminó su discurso diciendo que prefería mostrar su poder concediéndoles el perdón en lugar de matándolos.
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Entonces continuó el discurso diciendo que, como sabía cuánto habían sufrido, había enviado suministros de grano a todas las casas para que, cuando volvieran a ellas, no tuvieran que soportar reunirse con sus mujeres y niños muriendo de hambre. De esta forma, los atenienses pasaron de ser presa del terror a regocijarse por la llegada de Demetrio.
Aunque el conquistador era tan generoso como valiente, su final fue muy triste. Tras una larga vida de guerra continua y tras conquistar y perder Macedonia, cayó en manos de su rival y enemigo, Seleuco, que lo mantuvo prisionero el resto de su vida.
Por estos años hubo un nuevo conflicto en Macedonia y Grecia. Se trataba de una invasión de los galos, que fueron bajando por las montañas hasta Grecia para saquear el templo de Delfos.
Sin embargo, por segunda vez, el templo se salvó, gracias a una terrible tormenta que detuvo a los supersticiosos saqueadores. En medio de una repentina oscuridad, los galos se echaron los unos sobre los otros, igual que hicieron los persas en los días de Jerjes, y lucharon tan desesperadamente que murieron muchos de ellos.
Los griegos, recordando sus victorias pasadas, ahora se decidieron a devolver el golpe en su propia defensa. Reunieron un ejército y derrotaron a los invasores tan severamente que Breno, el líder de los galos, se suicidó, mientras que sus seguidores se retiraron a una provincia en Asia Menor, que precisamente por los galos fue llamada Galacia.
«Demetrio y los atenienses» es un contenido de Paco Álvarez publicado en ACADEMIALATIN.com