Este es un capítulo de La historia de los griegos (original: The Story of the Greeks, de Hélène Adeline Guerber), traducido y narrado por Francisco Javier Álvarez Comesaña para AcademiaLatin.com.
También en formato pódcast. ¡Apúntate a los demás pódcast de humanidades!
Durante siglos, los griegos habían mantenido la costumbre de reunirse en Corinto cada tres años para celebrar los Juegos Ístmicos en honor a Poseidón, el dios del mar. Allí, como en Olimpia, había carreras y combates de lucha y boxeo, así como competiciones de poesía y música; y los premios, como siempre, eran simples coronas de hojas de olivo, que eran más preciadas que la plata o el oro.
En el 196 a. C. no solo estaban los griegos presentes en esta celebración, sino que también acudieron los romanos, que deseaban presenciar los juegos. Los griegos estaban entonces particularmente felices porque la disputa de las dos ligas parecía haber terminado, y el país disfrutaba de la paz.
Aprende latín y griego antiguo desde cero al mejor precio con esta oportunidad única. Aprovecha el combo latín & griego antiguo por 399 € para siempre.
Accede a las futuras ampliaciones con textos largos, actividades concretas, etc. Un solo pago, acceso para siempre, sin suscripciones recurrentes.
En medio del festival, Tito Quincio Flaminino, el cónsul romano, se subió a la tribuna de los oradores y proclamó que el ejército romano acababa de obtener una gran victoria sobre el rey de Macedonia, y que las ciudades griegas quedaban libres.
Se dice que aquellas noticias fueron recibidas con tantos gritos de alegría que unos cuantos pájaros que iban volando cayeron a tierra aturdidos por tanto ruido.
Sin embargo, aquella alegría no duró mucho, pues la recién ganada libertad de Grecia era solo en nombre. En cuanto los romanos hubieron completado la conquista de Macedonia bajo su último rey, Perseo, se prepararon para anexionarse Grecia también.
El primer movimiento fue acusar a los aqueos de enviar ayuda a Macedonia. Bajo ese pretexto, capturaron a mil ciudadanos importantes y los enviaron a Roma para juzgarlos.
Allí quedaron exiliados bastantes años, deseosos de regresar a casa y protestando por su detención. Cuando finalmente se les permitió regresar, estaban tan resentidos que, como los romanos habían previsto, no tardaron en alentar una revuelta entre los aqueos.
Emilio Paulo, el conquistador de Macedonia, marchó entonces a Grecia y fue aplacando todo el país. Tomó la ciudad de Corinto y la quemó hasta los cimientos, tras tomar muchas preciosas obras de arte para adornar su triunfo.
Como por entonces la mayoría de los romanos aún no podían apreciar las grandes obras de arte griegas, el cónsul tuvo que advertir a los marineros que las llevaban a Roma para que las trataran con el máximo cuidado, y que tendrían que pagar de su bolsillo cualquiera que resultara dañada o perdida.
Los romanos entonces pusieron guarniciones en las principales ciudades griegas y el país pasó a ser una mera provincia romana bajo el nombre de Acaya.
De esta forma damos por concluida la historia de la antigua Grecia, que, aunque pequeña, fue aun así una de las principales protagonistas del mundo antiguo, un país del que todos los que vinieron después, incluso la propia Roma que la había conquistado, aprendieron arte, filosofía y literatura.
«Grecia, provincia romana» es un contenido de Paco Álvarez publicado en ACADEMIALATIN.com